miércoles, 5 de febrero de 2020

La inteligencia emocional se aprende y se puede potenciar

Tanto en su libro Inteligencia emocional (1995) como en Inteligencia social (2006) su autor nos explica que parte de esta habilidad, de esta capacidad, se halla en nuestra propia epigenética. Es decir, se puede activar y desactivar, dependiendo del entorno emocional y social en el que crezcamos, en el que nos eduquen.
«En el mejor de los casos, el CI parece aportar tan sólo un 20% de los factores determinantes del éxito».
-Daniel Goleman-
Sin embargo, y aquí reside la auténtica magia, la inteligencia emocional responde a esa plasticidad cerebral donde cualquier estímulo, práctica continuada y aprendizaje sistemático crea cambios, construye conexiones y nuevas áreas donde ser mucho más competentes en cada una de las 4 áreas antes señaladas.
Cerebro con colores simulando la inteligencia emocional
Daniel Goleman señala también la necesidad de educar a los niños a través de este enfoque. Ya sea en el hogar o en la escuela, todos deberíamos ser capaces de crear un contexto válido y significativo en Inteligencia Emocional. Por otro lado, en lo que al mundo adulto se refiere, sabemos que no faltan en nuestro día a día cursos de todo tipo, que cada día se dan seminarios, conferencias y que todos tenemos además, múltiples libros y revistas a nuestro alcance para formarnos.
Lograrlo, es cuestión de voluntad, de constancia y de aplicar esa conciencia real donde hacer presentes y constantes esas claves que el profesor Goleman nos señala en sus trabajos:
  • Debemos detectar la emoción que hay detrás de cada uno de nuestros actos.
  • Es necesario que ampliemos nuestro lenguaje emocional (a veces no basta con decir «estoy triste», hay que ser más concretos. «Estoy triste porque me siento decepcionado, algo enfadado y confuso a la vez»).
  • Controla lo que piensas para controlar cómo te comportas.
  • Busca un por qué al comportamiento de los demás, sé capaz de entender las perspectivas y los mundos emocionales ajenos.
  • Expresa tus emociones de forma asertiva.
  • Mejora tus habilidades sociales.
  • Aprende a automotivarte y a luchar por esos objetivos que te pueden acercar a un auténtica felicidad.
Para concluir, más allá de esa cifra que nos ofrecen los clásicos test estandarizados sobre inteligencia, existe otra esfera, otra dimensión y otra inteligencia con la cual, podemos alcanzar el éxito. Hablamos de ese éxito personal donde ser capaces de ajustar comportamientos y emociones, donde conectar mejor con los demás, donde vivir en equilibrio y armonía sintiéndonos competentes, libres, felices y realizados personalmente. Lograrlo es una aventura que conquistar a diario.

Las dimensiones que conforman la Inteligencia Emocional según Daniel Goleman
Daniel Goleman define que dentro de su enfoque sobre la inteligencia emocional hay cuatro dimensiones básicas que la vertebran. Son las siguientes.

1. Autoconciencia emocional

Hace referencia a nuestra capacidad para entender lo que sentimos y de estar siempre conectados a nuestros valores, a nuestra esencia. Algo así supone tener una especie de brújula personal bien calibrada que nos permitirá guiarnos en todo momento por el camino más acertado. Siempre que tengamos en cuenta esas realidades internas, ese mundo emocional, sabremos y  actuar en consecuencia.

2. Auto-motivación

La auto-motivación destaca la habilidad por orientarnos hacia nuestras metas. De recuperarnos de los contratiempos y focalizar todos nuestros recursos personales en una meta, en un objetivo. Si aunamos optimismo, constancia, creatividad y confianza sobrellevaremos cualquier dificultad para seguir conquistando triunfos y logros.

3. Empatía

En nuestra forma de relacionarnos e interaccionar hay un aspecto que va más allá de las palabras. Hablamos de la realidad emocional de cada uno. Esa que se expresa con gestos, con un tono de voz particular, con determinadas posturas, miradas, expresiones… Descifrar todo ese lenguaje, ponernos en el lugar del otro y descubrir aquello por lo que está pasando es la empatía.
Esa capacidad nos permite no solo obtener información sobre aquellos que tenemos en frente. Sino que además, nos ayuda a establecer vínculos más fuertes, lazos sociales y afectivos más profundos.  
Además, reconocer las emociones y los sentimientos de los demás es el primer paso para comprender e identificarnos con las personas que los expresan. Las personas empáticas son las que, en general, tienen mayores habilidades y competencias relacionadas con la IE.

4. Habilidades sociales

Y tú ¿cómo te relacionas con los demás?¿Te comunicas con efectividad y de modo asertivo? ¿Sabes manejar los conflictos o las diferencias? Todas esas dinámicas comportamentales potencian o limitan nuestra capacidad para disfrutar o no de nuestras relaciones. De construir entornos laborales sanos, cómodos y productivos. De dar forma a relaciones de pareja, familiares o de amistad más satisfactorias.



Daniel Goleman y la Inteligencia emocional

Daniel Goleman empezó siendo periodista en The New York Times y ahora es el gurú de la Inteligencia emocional. Pasa ya de los 70, vive un otoño muy dulce en su vida y de él llama la atención su sonrisa serena y su mirada penetrante y firme. Es como si siempre fuera capaz de ver más allá de lo que el resto percibimos, un hombre al que no se le escapan los detalles y que halla conexiones donde los demás solo vemos coincidencias.
Cuenta siempre que su pasión por la psicología le vino por su madre, una trabajadora social especializada en psiquiatría que acumulaba libros sobre neurociencia, sobre la mente humana y las ciencias del comportamiento. Todos aquellos volúmenes decoraron su infancia y su día a día.
Durante una época fueron poco más que textos indescifrables a los que acudía con inexplicable fascinación. Más tarde, fueron su motivación y su camino de baldosas amarillas para llegar a ser lo que es ahora: el mayor divulgador de la inteligencia social en cualquiera de sus vertientes, la educativa, la organizacional, la asociada al liderazgo

Edward L. Thorndike

Edward L. Thorndike, por ejemplo, definió ya en 1920 lo que él llamó la «inteligencia social», esa habilidad básica para comprender y motivar a otras personas. David Wechsler, por su parte, y llegados los años 40, dejó claro que ningún test de inteligencia podía ser válido si no se tenían en cuenta aspectos emocionales. Más tarde, el propio Howard Gardner ya pondría los primeros cimientos con la séptima de sus inteligencias, la llamada inteligencia interpersonal, muy parecida sin duda a la emocional.
No obstante,fue en 1985 cuando apareció por primera vez el término «inteligencia emocional» gracias a la tesis doctoral de Wayne Payne, la cual, llevaba por título Un estudio de las emociones: el desarrollo de la inteligencia emocional. Solo 10 años después,un psicólogo y periodista norteamericano llamado Daniel Goleman inició algo que aún no se ha detenido y que nos ha hecho descubrir a todos, el gran poder que las emociones tienen sobre lo que somos, lo que hacemos y en cómo nos relacionamos.













«La clave para alcanzar un alto cociente intelectual colectivo es la armonía social».
-Daniel Goleman-
¿Dónde queda entonces la llamada inteligencia emocional de Daniel Goleman? Bien en realidad es interesante saber que esa idea, ese concepto y esa esencia siempre ha estado presente a lo largo de la historia de la psicología. El profesor Goleman no la formuló, solo la popularizó en 1995 gracias a su libro Inteligencia emocional, del cual lleva vendidas ya más de 5 millones de copias.

Explicación